NADIE DECIDE POR MI
Ante la nueva reforma que pretende llevar a cabo el gobierno -mediante la cual se negaría el derecho de las mujeres a poder decidir sobre su propio cuerpo- es necesario que digamos alto y claro que no lo vamos a permitir, y que lo que realmente necesitamos es la regulación del aborto en una ley específica, dejando de estar tipificado como delito en el Código Penal, siempre y cuando no se realice contra la voluntad de la mujer o por imprudencia.
El derecho al aborto no es sólo
el más importante de los derechos reproductivos, sino uno de los derechos más
relevantes para las mujeres, pues lo que está en juego es el derecho de todas a
ser dueñas de nosotras mismas, de nuestros propios cuerpos, en definitiva, a
ser libres. Este derecho tiene que garantizarse
en la red sanitaria pública, asegurando la equidad territorial y la disposición
continua de personal médico, sin vulnerar la objeción de conciencia de
éstos.
La única regulación
posible es la despenalización total del aborto voluntario.
Y si tuviéramos que hablar de plazos, nunca menos de las 24 semanas, como
ocurre en Holanda o los países más avanzados de Europa, y sin plazo en caso de
peligro físico o psicológico para la mujer.
Para cualquier mujer es una
tragedia ser obligada a continuar un embarazo no deseado sea cual sea su edad. Nadie tiene derecho a decidir por nosotras,
ya que se trata de nuestra vida y de la
de nadie más.
Desde Liza creemos que para reducir los abortos, el remedio no es prohibir, sino poner
soluciones, garantizando la financiación total de anticonceptivos en la sanidad
pública y reabriendo centros de planificación familiar, hoy en día inexistentes
en Valladolid. También hay que dar el máximo de información posible impulsando
la educación sexual, reconociendo el
derecho a decidir, el derecho a una sexualidad independiente de la reproducción
y el disfrute de ésta desde diferentes opciones sexuales.
Queremos remarcar la hipocresía
que rodea al movimiento anti abortista, dado que estos/as mismas/os son los/as
que apoyan la pena de muerte, o se muestran contrarios a investigaciones
científicas que pueden salvar muchas vidas.
Vemos inaceptable la tutela de
nuestro cuerpo que vulnera nuestra capacidad de decidir sobre él y la
criminalización de las mujeres que han tomado la decisión de abortar. En todo
momento vemos la interrupción voluntaria del embarazo como una elección
reflexiva y consciente.
Mientras, a la Iglesia y a la
derecha, se les llena la boca con el derecho a la vida y ¿dónde queda el derecho a decidir sobre nuestra propia vida? No
entendemos cómo la Iglesia tiene tanto peso en cuestiones políticas y menos aún
en las relativas a la mujer cuando este peso debería de caer íntegramente sobre
nosotras, dado que nadie puede decidir qué hacer con nuestro cuerpo.
El poder de decidir sobre el
cuerpo y sobre la salud es un derecho que debemos tener todas las mujeres. Si
aspiramos a una verdadera transformación social que sea radical no podemos
retroceder en nuestros derechos, es fundamental plantarles cara y ser firmes en
nuestras reivindicaciones.
ABORTO LIBRE,
SEGURO Y GRATUITO.